Hace ya unos años que nuestro buen amigo Jose Luis Pamies nos propuso trabajar en el Proyecto de Rehabilitación del Nuevo Teatro Alcalá y sin embargo aún recuerdo perfectamente la sensación de satisfacción que me supuso la noticia. Y no sólo porque recordaba las sesiones de cine a las que iba en mi juventud, sino porque era una de las salas más emblemáticas de Madrid.
Recuerdo una reposición de “Lo que el viento se llevó” allá por los años 70 (siendo yo adolescente) en la que en el descanso estuve pensando en lo abandonado que estaba el edificio y de paso, en que no se descansaba de ver la película sino de estar sentado en esas incómodas butacas. Con el paso del tiempo, el edificio languideció aún más, ayudado por el uso espurio al que se vio sometido en sus últimos años. Quien me iba a decir que 25 años después íbamos a estar implicados en un proyecto tan ambicioso.
El proyecto partía de las premisas de mantener en la mayor medida posible el edificio original y a la vez dotar al nuevo coliseo de todo aparejo necesario para acomodar las complejas normativas de seguridad actuales a la vez de reconvertir el espacio en un teatro de musicales contemporáneo.
Tras tomar mesura de todo el edificio para levantar planos de estado actual y conocer el mágico mundo que siempre se encuentra tras el escenario, comprobamos que poco más había tras el proscenio, muy al contrario de las necesidades escenográficas de un espectáculo actual y su compleja maquinaria.
Nuestra misión fue unir fuerzas con Jose Luis para, con un Proyecto Básico digno de regocijo propio, deleitar a la Propiedad contratante, a la Comisión de Patrimonio, a la Junta de Distrito y al Departamento de Prevención de Incendios. Abusando de lisonja propia, la prueba fue superada airosamente.
Rafael S.-M.